La
fascinación del prefijo “pos”, desde el siglo XX, fue producto de un entusiasmo
teórico ligero. “Pos” y “post” parece ser una fabulación que sitúa en
apariencia ir más allá, estar por encima o continuar. No obstante, divergencias
del proyecto incumplido de la modernidad toman la precaución de hablar
laxamente por deformaciones léxicas propiciadas en la etapa de derrumbe de los
grandes sistemas filosóficos.
La noción de posmodernismo es muy
cercana a la de posmodernidad e implica una relación unidireccional, la primera
es una manifestación particular de la segunda, es decir, se considera al
posmodernismo efecto de la posmodernidad, lo que viene a ser una forma de
producción de la era[1].
El posmodernismo es una práctica que se identifica en la estética y otros
movimientos afines del arte; mientras que la posmodernidad es una condicional
social y global más extensa que comprende pautas de relaciones políticas,
económicas, culturales. El posmodernismo percibe el mundo humano como irreductible,
pluralista, fragmentado. Aparece como una serie de nociones que giran en torno
a la fragmentación de las culturas.
La estrategia del posmodernismo
manifiesta el grado de emancipación con las posturas filosóficas, artísticas y
culturales del siglo. En el primer volumen
del Estudio de la Historia, publicado por Arnold Toynbee en
1934, especuló que la conjunción de dos fuerzas (industrialismo y
nacionalismo), modeló la historia de Occidente. Desde su comienzo, enuncia en referencia a prácticas discursivas, económicas y
sociológicas, giros de la filosofía, crítica, arte y teorías literarias que
habían perdido significación
El estilo filosófico posmoderno
tiene por definición carencia de método. Su crítica es dispersa y en ello
aflora su cualidad. Evidencia de su importancia es el catálogo de sus múltiples
representantes y su estilo de argumentación, que se ha llamado laxo, lo que
imprime otras problemáticas en la segmentación y método de análisis.
En el posmodernismo la estrategia de análisis es múltiple en relación a la
recepción del arte y la experiencia de vida; su estilo está determinado a
través de la definición que se integra dentro del reconocimiento crítico de un
pensamiento fragmentario, un todo articulado con tendencia a interconectar
fases contradictorias.
La tendencia posmodernista como
práctica filosófica intentó contradecir las ideas de la modernidad declaradas
críticamente por varios detractores. A partir de esta etapa, la noción
histórica del siglo XX considera que el proyecto modernista ha fracasado en su
intento de lograr la emancipación de la humanidad. El concepto de la modernidad, visto desde esa perspectiva, ha ahogado sus
imperativos categóricos.
El posmodernismo incluye una tendencia
no metódica que tiene la posibilidad de pensarse desde la inclusión de otras
áreas del conocimiento. La escritura se ha identificado por ciertas
características fuera del margen iluminista: frases sincopadas, en modo
fragmentario, cargadas de metáforas y aforismos que diluyen las
argumentaciones. Es un estilo carente de una perspectiva sistemática.
[1] La posmodernidad, nos dice
Perry Anderson, como conjunto preciso de prácticas artísticas, por no
decir como dominante cultural, era en gran medida ficción. Recursos estéticos
que se atribuyen a la posmodernidad, sea el bricolaje con la tradición, el
juego con lo popular, la reflexividad, el híbrido, el pastiche, las florituras
o el descentramiento del sujeto se hallaban también en el arte moderno. Cfr ANDERSON, P.
Los orígenes de las posmodernidad. trad. Luis Andrés Bredlow. Ed. Anagrama, Barcelona. 2000
Asumo que la posmodernidad es aséptica el pensamiento, por eso si eso se le puede llamar intento de pensar, algunos hablan de que lo ciber dejó sin espacio a la rcionalidad. Un abrazo. carlos
ResponderEliminarhe aprendido mucho
ResponderEliminartu texto una maravilla
gracias por compartir lo que sabes y quieres que sepamos nosotros abrazos siempre