lunes, 4 de mayo de 2020

Walter Benjamin


El ensayo La obra del arte en tiempos de su reproductibilidad técnica publicado en 1936, por el pensador marxista Walter Benjamin, acuña la nomenclatura estetización de la política en relación a la muerte del Gran Arte en la tecnología y la ideología de control, tanto como la manipulación de masas mediante propaganda, que vendría a determinar la politización de la Guerra.[1] La reproductibilidad técnica incrementa las posibilidades de exhibición de las obras de arte, su alcance y recepción masivos
Benjamín demuestra que no se puede pensar la autonomía del arte con respecto a las diferentes esferas de la vida, por ello insiste en su relación con el ámbito de la política. Como pensador postmarxista sugiere que el arte en su relación con la técnica deviene de un principio fundamental del materialismo histórico, es decir, analiza las tendencias del desarrollo del arte bajo las condiciones de producción que determinan las prácticas técnicas y sociales.  
En el prólogo a la obra advierte: “El revolucionamiento de la supraestructura avanza mucho más lentamente que la infraestructura, ha requerido más de medio siglo para hacer vigente todos los ámbitos culturales a la transformación de las condiciones de producción”.[2]
Walter Benjamin al introducir el término de politización de la estética explica un fenómeno relacionado con la guerra y la espectacularidad de los medios, que se da porque nada queda en absoluto de aura. Su pérdida anuncia el final de los grandes tópicos, metanarrativas propias del modernismo, dominadas por categorías temporales. Es en ese sentido que los lenguajes culturales presentan categorías renovadas: estatus, consumo, vanaglorias impersonales y necesidad réplica. Lo que Benjamín advertía era lo que se presenta hoy en las modas, reproductibilidad técnica de idearios estéticos bajos.
Los análisis sobre fotografía y cine, litografía y técnicas de reproducción a lo largo de la historia del arte sugieren pensar en la muerte de la autenticidad de una obra a través de su reproducción, ya que el nivel de autenticidad, valor y disciplina que se inscribía en el oficio del pintor creador genera una distancia. El aura, muy cercana a la noción de sacralidad religiosa y teleológica, explica la valoración de culto como también la función ritual que dotaba a una obra ejemplar de un carácter único y duradero. En ese sentido es que el arte de la estetización política afirma una teología negativa del arte[3].
La distancia con el arte hegemónico es percibida en la ausencia de originalidad, principalmente por la sobreproducción de piezas artísticas que contribuyen a la diseminación de la obra. La distinción del arte en una época capaz de producir y reproducir objetos divisa la pérdida de valor de autenticidad en una obra, en términos de Walter Benjamin, su carácter de aura, definida como: “Un peculiar entramado de espacio y tiempo: fenómeno único de lejanía por muy cercano que esté"[4]
En la perspectiva estética benjaminiana las condiciones históricas de un arte reproductible promueven la disolución entre la cultura de masas y arte culto. Al volverse sinónimos, la degeneración del gusto genera la parodia de todos los estilos artísticos en materiales innobles: "…la reproductibilidad técnica de la obra de arte la emancipa por primera vez en la historia mundial de su existencia parasitaria respecto del ritual"[5]








[1] el Arte en mayúsculas sugiere una esencia independiente del discurso y la política, un producto del espíritu destinado a suprimir la alienación, que difiere del arte con minúsculas situado en la época de su ocaso y reproducción. Cfr. BENJAMIN, W.  La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, México. Ed. Itaca, 2003, págs. 96-99 passim
[2] Idem. Pág. 33
[3] Se entiende una clasificación de teología positiva y negativa del arte según el cual el “arte por el arte” es una versión utópica destinada a cumplir la posibilidad de inteligibilidad de la realidad del arte puro.
[4] El autor supuso la desacralización del arte contemporáneo, un siglo después de Hegel problematizó sobre en qué medida los cambios producidos en la experiencia artística dependen de los cambios histórico-culturales. Cfr. BENJAMIN, W.  óp cit págs. 236-240, 440 passim.
[5] Cfr. BENJAMIN, W. Loc. Cit. pág., 441

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