miércoles, 13 de mayo de 2020

Posmodernismo y posmodernidad


La fascinación del prefijo “pos”, desde el siglo XX, fue producto de un entusiasmo teórico ligero. “Pos” y “post” parece ser una fabulación que sitúa en apariencia ir más allá, estar por encima o continuar. No obstante, divergencias del proyecto incumplido de la modernidad toman la precaución de hablar laxamente por deformaciones léxicas propiciadas en la etapa de derrumbe de los grandes sistemas filosóficos.
La noción de posmodernismo es muy cercana a la de posmodernidad e implica una relación unidireccional, la primera es una manifestación particular de la segunda, es decir, se considera al posmodernismo efecto de la posmodernidad, lo que viene a ser una forma de producción de la era[1]. El posmodernismo es una práctica que se identifica en la estética y otros movimientos afines del arte; mientras que la posmodernidad es una condicional social y global más extensa que comprende pautas de relaciones políticas, económicas, culturales. El posmodernismo percibe el mundo humano como irreductible, pluralista, fragmentado. Aparece como una serie de nociones que giran en torno a la fragmentación de las culturas.
La estrategia del posmodernismo manifiesta el grado de emancipación con las posturas filosóficas, artísticas y culturales del siglo. En el primer volumen del Estudio de la Historia, publicado por Arnold Toynbee en 1934, especuló que la conjunción de dos fuerzas (industrialismo y nacionalismo), modeló la historia de Occidente. Desde su comienzo, enuncia en referencia a prácticas discursivas, económicas y sociológicas, giros de la filosofía, crítica, arte y teorías literarias que habían perdido significación
El estilo filosófico posmoderno tiene por definición carencia de método. Su crítica es dispersa y en ello aflora su cualidad. Evidencia de su importancia es el catálogo de sus múltiples representantes y su estilo de argumentación, que se ha llamado laxo, lo que imprime otras problemáticas en la segmentación y método de análisis. En el posmodernismo la estrategia de análisis es múltiple en relación a la recepción del arte y la experiencia de vida; su estilo está determinado a través de la definición que se integra dentro del reconocimiento crítico de un pensamiento fragmentario, un todo articulado con tendencia a interconectar fases contradictorias.
La tendencia posmodernista como práctica filosófica intentó contradecir las ideas de la modernidad declaradas críticamente por varios detractores. A partir de esta etapa, la noción histórica del siglo XX considera que el proyecto modernista ha fracasado en su intento de lograr la emancipación de la humanidad. El concepto de la modernidad, visto desde esa perspectiva, ha ahogado sus imperativos categóricos.
El posmodernismo incluye una tendencia no metódica que tiene la posibilidad de pensarse desde la inclusión de otras áreas del conocimiento. La escritura se ha identificado por ciertas características fuera del margen iluminista: frases sincopadas, en modo fragmentario, cargadas de metáforas y aforismos que diluyen las argumentaciones. Es un estilo carente de una perspectiva sistemática.




[1] La posmodernidad, nos dice Perry Anderson, como conjunto preciso de prácticas artísticas, por no decir como dominante cultural, era en gran medida ficción. Recursos estéticos que se atribuyen a la posmodernidad, sea el bricolaje con la tradición, el juego con lo popular, la reflexividad, el híbrido, el pastiche, las florituras o el descentramiento del sujeto se hallaban también en el arte moderno. Cfr ANDERSON, P. Los orígenes de las posmodernidad. trad. Luis Andrés Bredlow. Ed. Anagrama, Barcelona. 2000


2 comentarios:

  1. Asumo que la posmodernidad es aséptica el pensamiento, por eso si eso se le puede llamar intento de pensar, algunos hablan de que lo ciber dejó sin espacio a la rcionalidad. Un abrazo. carlos

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  2. he aprendido mucho
    tu texto una maravilla
    gracias por compartir lo que sabes y quieres que sepamos nosotros abrazos siempre

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