miércoles, 29 de abril de 2020

La Tercera Crítica



El ideal de aspiración artística moderna sentó sus bases con Immanuel Kant, quién se propuso dotar de valor universal al juicio estético; su esquema pretendió trascender la base particular y singular desde la que nace, es decir, alcanzar la objetividad. Kant planteó el problema de conciliar la elucidación mecánica de la naturaleza con la explicación teleológica a raíz del concepto universal del entendimiento, expresado según la facultad de formular juicios de la sensibilidad a partir de las leyes mismas en que opera. Kant, a través los imperativos categóricos sobre el gusto y la facultad de discernir[1], determinó la cualidad de prescribir facultades cognoscitivas y receptivas bajo enunciados de juicio. (Cfr. KUK § B XII)
Kant empleó sus indagaciones sobre estética para profundizar en la relación entre el conocimiento sensible y el uso lógico del entendimiento, éste desarrolla las relaciones de subordinación y comparación entre los mismos conocimientos sensibles sin necesidad de conformación de conceptos a partir de los fenómenos. El modelo del enjuiciamiento de la actividad estética no puede ofrecer ningún fundamento prescriptivo para la lógica.
La “Tercera Crítica” fue incluida en la parte práctica de la filosofía, su significado pragmático puede considerarse un análogo de la moral, salvo que ésta incluye el análisis de los juicios estéticos sobre lo bello y lo sublime. Es una obra ambiciosa, sistemática en definición estricta, cuyos resultados son comparables con otras críticas. Nos dice Kant:
Bello es aquello que gusta en el mero enjuiciamiento (así pues, no por medio de la sensación del sentido según un | concepto del entendimiento). A partir de aquí se sigue por sí mismo que tiene que gustar al margen de cualquier interés. Sublime es aquello que gusta inmediatamente gracias a su resistencia frente al interés de los sentidos. Ambas definiciones, en tanto que definiciones (KUK §V 267- B115)
La fundamentación de lo bello aparece en la propiedad de los objetos como representaciones según relaciones de espacio y tiempo como condiciones de posibilidad a priori. La impresión de belleza está atestiguada de modo indiscutible por la receptividad de la intuición. Considera otras conmociones del juicio sublime como “…el asombro que limita con el horror, el espanto y el pavor sagrado que conmueve al espectador” (KUK §V 269- B117)

La reflexión del discernimiento estético puede adecuarse con la razón que representa al objeto mediante la carente adecuación objetiva de la imaginación, en ampliación subjetivamente teleológica. En ese sentido, su estética sistematiza y ordena las condiciones de posibilidad en que lo bello y sublime aparecen, desde la inagotable fuente reveladora del fondo invisible de lo real. Las condiciones del conocimiento sensible permiten zanjar las preferencias. Kant declara la autonomía del valor estético, donde la belleza no es una propiedad que pueda ser conocida en sí de los objetos, sino versada en el ánimo del sujeto desde el fundamento gnoseológico y sensible de la base subjetiva de la experiencia.
En la nota 70 V272 comenta que “Los afectos son específicamente diferentes de las pasiones. Aquéllos se refieren meramente al sentimiento; éstas forman parre de la capacidad de desear y son inclinaciones que dificultan o hacen imposible toda determinabílidad del arbitrio por medio de principios” Kant se problematiza sobre la relación de lo bueno y bello. La belleza provoca un placer en el fenómeno según la intuición pura que permite su constitución, pero lo bueno, se basa en el entendimiento y por lo tanto en un concepto intelectual. Exalta el potencial estéticamente sublime de un animi strenui, o animo enérgico, y establece preceptos sobre las exaltaciones que pueden provocarnos novelas y obras de teatro, degradando la sensibilería.
El sentimiento estético y el ánimo del sujeto se relacionan con el proceso gnoseológico, su efecto cognoscitivo versa en la formación además del desarrollo del conocimiento y enjuiciamiento sensible. Mediante los materiales de la sensibilidad, se ordenan las fuerzas de conocer en actividad del ánimo y la vida interna. A este proceso, Kant lo denominará: deducción de los juicios estéticos puros. Donde la pretensión de un juicio estético es la de poseer validez universal para todo sujeto requiriendo una deducción o bien la legitimación de su pretensión, desde la satisfacción o insatisfacción en la forma del objeto.
…los juicios del gusto sobre lo bello de la naturaleza. Pues la finalidad tiene entonces su fundamento en el objeto y en su figura, si bien no manifiesta la relación del mismo objeto con otros objetos según conceptos (para juicios cognoscitivos), sino meramente la atañe, en general, tanto a la | capacidad de conceptos como a la de su exhibición (que es la misma que la de la aprehensión). (KUK §V 279- B132)
Según Kant, el sujeto siente placer cuando percibe en su ánimo una actividad cuyo origen y sentido es propiamente gnoseológico. La reflexión sensible forma y la ordena formalmente las sensaciones que ha de preceder a la abstracción del entendimiento.




[1] “Kritik der Urteilskraft” se ha traducido como Crítica del Discernimiento o de la facultad de juzgar. La tradición comprende el concepto de “Juicio” escrito con mayúsculas para referirse a la facultad y diferenciarla por medio del “juicio” como su expresión. En KUK § B XXVI nos expone cómo el discernimiento es una capacidad legisladora a priori, se alude en diferencia con la aceptación de la facultad de juzgar o enjuiciar o capacidad judicativa.

8 comentarios:

  1. Aprecio que según Kant el arte no puedo observarse como un mero goce, y que tiene fundamentos en la racionalidad para su construcción y observación. UN abrazo. Carlos

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  2. Hola Clarisa! Gracias por pasar por mi blog. ¿Nos visitamos?.

    Saludos.

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  3. Bom dia Clarissa parabéns pelo seu blog e obrigado por suas palavras no meu.

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