jueves, 30 de abril de 2020

Realismo psicológico


La novela psicológica refiere a un estilo narrativo que ahonda en la explicación sobre la condición humana, mediante de la interiorización de la psique del personaje; los recursos de los que el autor se puede valer son muy variados y no excluyentes: monólogo, diálogo interno, rememoración (coincidente con el flashback), cartas, diarios. A través de todos estos aspectos narrativos, se diversifica la extensa amplitud de posibilidades diversificadas sobre el abanico extenso de contradicciones humanas, donde los sentimientos, pensamientos y libre flujo de consciencia se encuentran muy por encima de la composición de trazo de acción.
En el realismo, los autores se centran en la realidad más próxima, no ficticia o inventiva; como consecuencia suele describir la sociedad contemporánea del autor. Se considera que la obra pionera de este género narrativo se remonta al Japón del siglo XI adjudicada a Murasaki Shikibu e intitulada la Novela de Genji, o Historia de Genji. En dicha obra, se puede vislumbrar la composición interna de los personajes desde la aguda sutileza de la autora, dado que, por estar enmarcada en la realeza del período Heian, la forma de referir a las mujeres es a través de la descripción de su aspecto, mientras que los personajes masculinos son denominados por título, haciendo que dicha obra se enmarque no como novela histórica, sino como una composición que a su vez incluye paráfrasis de poesía, instaurada en profundas cavilaciones.
            La novela occidental que continuó con el abanico de posibilidades psiconarrativas del constructo interior es el Quijote de la Mancha, un hito en la literatura hispana. Mediante este angustioso personaje, el autor vela satíricamente muchas de las elucubraciones y disociaciones mentales del personaje. Si bien está construido en un conjunto de acciones que lo conducen al apego de muchos géneros clásicos, la revelación de sus ensoñaciones, tanto como el trasfondo de sus actos, posibilitan la interpretación de una psique enferma, desde el esquema de la tragicomedia.
            Las obras analizadas por el realismo psicológico que nos han legado el siglo XIX expresan la complejidad del interior psíquico conducido a la debacle humana, una realidad compleja con una dimensión extendida que rige fielmente la crisis existencial de nuestro avatar epistémico; algunos ejemplos son Crimen y castigo o Los hermanos Karamazov de Dostoievski. En estas obras el autor transmite fragmentos de la historia a través de monólogos o discursos en la voz de un personaje; puede sentirse confusión moral entre la voz del personaje con la del propio autor en muchas ocasiones además de que construye diálogos del personaje consigo mismo.
Stendhal en Rojo y negro, nos habla de un joven, modelo de las ambiciones y frustraciones de la sociedad francesa, contextualizado en la contraposición de la emergencia de clases sociales.  Con un advertido sentido crítico, sus personajes persiguen la felicidad a través de su propio beneficio; pasional, con una notada sensibilidad, la obra obtiene una expresión objetiva de la época aunada a un notable individualismo casi filosófico.
Personalmente, dos obras del existencialismo que me resultan inusitadas en el análisis del realismo psicológico son: La nausea y El extranjero. De Jean Paul Sartre y Albert Camus respectivamente. Éstas observan desde el distanciamiento psíquico posterior a la posguerra, el prototipo de hombre escéptico, perdido en un mundo en el cual nada le afecta o lo que le afecta procede de un profundo sentido de vacío interno. Marginados de una sociedad pobre e incomprensible, la muerte le sobreviene insignificante, el único dolor que precede es el de la sensación, la percepción. Estas novelas muestran fielmente la crisis existencial contemporánea, donde los autores se abstienen de proyectar la crítica moral sobre los personajes; no crean para ellos un argumento con un sentido aristotélico de acción, ni los describe minuciosamente, esa distancia de afectividad interna produce un desasosiego y una angustia existencial que se va a ver reflejada en la obra. La espontaneidad de los diálogos facilita en gran medida la lectura de la obra pero no deja de azorar un propio sentimiento de nimiedad frente a la condición humana.


La literatura realista occidental surge en la segunda mitad del siglo XIX en contraposición al romanticismo, que tendía a elevar los rasgos de los personajes a la sublimidad; intentando trasladar la realidad, representarla con el máximo grado de verosimilitud. No obstante, el término realismo psicológico, ha aparecido en las recientes líneas de investigación, por lo tanto su tematización no contiene tantos elementos comunes, si se puede fijar algunos rasgos esenciales en las novelas realistas psicológicas sería que la compleja interioridad humana, donde el factor omnisciente, omnipotente y heroico de los personajes se ve contradicho por la naturaleza de la posición humana. En ella las pulsiones, apetencias, contradictorios deseos y motivaciones se imprimen en la problemática o la propia percepción que genera cercanía por el personaje, principalmente al comprender el interior de sus apetencias.
La estructura narrativa puede no apegarse a los esquemas clásicos, debido a que el desarrollo de las acciones de los personajes suele estar lleno de profundas problemáticas internas, posicionadas en primer plano, es decir, que gracias a este complejo entramado, el Realismo psicológico tiene por componente esencial el desarrollo interno de la problemática del personaje, lo que eventualmente genera empatía con los lectores.
Formalmente el rasgo que define a esta clase de novela es la búsqueda de la verosimilitud, para ello se vale de diferentes recursos, como pueden ser las descripciones muy pormenorizadas; los personajes que evolucionan a lo largo de la obra y aparecen en varias obras del mismo autor. Es posible que en la novela de este género se unan los hechos históricos con la ficción; los personajes reales con los inventados
A grades rasgos, el modelo de análisis del realismo psicológico implica el descubrimiento de las problemáticas internas de personajes con un amplio sentido de realidad humana, sin enjuiciarlos, para tratar de describir las cualidades internas a su trazo desde su imitación por la realidad. El tiempo, la estructura narrativa, el espacio, se sobrevienen en la interioridad del narrador, pues éste apuesta por dominar la totalidad de la obra, haciendo de sus cavilaciones el sentido íntimo al que se apuesta. Donde tanto sus argumentos, justificaciones, acepciones rebasan el escenario completo de sucesos.




Filosóficamente el concepto de poiesis derivado de ποιέω, ‘hacer’ ha devenido al lenguaje occidental de la obra El banquete, de Platón, en el discurso de Diotima; posteriormente el término Poética en la ciencia Nomotética, el primer estudio sistemático sobre los rasgos del arte, la epopeya y la tragedia de Aristóteles; en su obra La poética, comprendida en Perihermeneias (de la interpretación); en esta obra, a grandes rasgos Aristóteles nos habla de elementos fundamentales dentro de la estructura dramática, que otorgan unidad de sentido, a una obra. Posteriormente la obra de Martín Heidegger El origen de la obra de arte contenida en el libro Arte y Poesía nos habla de la naturaleza de la poética como desocultamiento, o develación del ser substancial. En ella se expresa la relación de poesía y verdad con mayúsculas.
En términos literarios Paul Valéry planteó la poética como objeto de estudio en la creación, cerca del año 1937 determinando rasgos esenciales la producción de la obra en su universo y la relación entre autor, la obra y el lector; por otro lado se encuentra la valoración de la obra, avalada por los especialistas, que garantiza su transmisión a las futuras generaciones; y la observación del espíritu que produce la obra, siendo este mismo el que produce un valor.


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