El ideal de aspiración artística moderna
sentó sus bases con Immanuel Kant, quién se propuso dotar de valor universal al
juicio estético; su esquema pretendió trascender la base particular y singular
desde la que nace, es decir, alcanzar la objetividad. Kant planteó el problema
de conciliar la elucidación mecánica de la naturaleza con la explicación
teleológica a raíz del concepto universal del entendimiento, expresado según la
facultad de formular juicios de la sensibilidad a partir de las leyes mismas en
que opera. Kant, a través los imperativos categóricos sobre el gusto y la facultad
de discernir[1],
determinó la cualidad de prescribir facultades cognoscitivas y receptivas bajo
enunciados de juicio. (Cfr. KUK § B XII)
Kant empleó sus
indagaciones sobre estética para profundizar en la relación entre el
conocimiento sensible y el uso lógico del entendimiento, éste desarrolla las
relaciones de subordinación y comparación entre los mismos conocimientos
sensibles sin necesidad de conformación de conceptos a partir de los fenómenos.
El modelo del enjuiciamiento de la actividad estética no puede ofrecer ningún
fundamento prescriptivo para la lógica.
La “Tercera Crítica”
fue incluida en la parte práctica de la filosofía, su significado pragmático puede
considerarse un análogo de la moral, salvo que ésta incluye el análisis de los
juicios estéticos sobre lo bello y lo sublime. Es una obra ambiciosa,
sistemática en definición estricta, cuyos resultados son comparables con otras
críticas. Nos dice Kant:
Bello
es aquello que gusta en el mero enjuiciamiento (así pues, no por medio de la
sensación del sentido según un | concepto del entendimiento). A partir de aquí
se sigue por sí mismo que tiene que gustar al margen de cualquier interés.
Sublime es aquello que gusta inmediatamente gracias a su resistencia frente al
interés de los sentidos. Ambas definiciones, en tanto que definiciones (KUK §V
267- B115)
La fundamentación de lo
bello aparece en la propiedad de los objetos como representaciones según
relaciones de espacio y tiempo como condiciones de posibilidad a priori.
La impresión de belleza está atestiguada de modo indiscutible por la
receptividad de la intuición. Considera otras conmociones del juicio sublime
como “…el asombro que limita con el horror, el espanto y el pavor sagrado que
conmueve al espectador” (KUK §V 269- B117)
La reflexión del
discernimiento estético puede adecuarse con la razón que representa al objeto
mediante la carente adecuación objetiva de la imaginación, en ampliación
subjetivamente teleológica. En ese sentido, su estética sistematiza y ordena
las condiciones de posibilidad en que lo bello y sublime aparecen, desde la
inagotable fuente reveladora del fondo invisible de lo real. Las condiciones
del conocimiento sensible permiten zanjar las preferencias. Kant declara la
autonomía del valor estético, donde la belleza no es una propiedad que pueda
ser conocida en sí de los objetos, sino versada en el ánimo del sujeto desde el
fundamento gnoseológico y sensible de la base subjetiva de la experiencia.
En la nota 70 V272
comenta que “Los afectos son específicamente diferentes de las
pasiones. Aquéllos se refieren meramente al sentimiento; éstas forman parre de
la capacidad de desear y son inclinaciones que dificultan o hacen imposible
toda determinabílidad del arbitrio por medio de principios” Kant
se problematiza sobre la relación de lo bueno y bello. La belleza provoca un
placer en el fenómeno según la intuición pura que permite su constitución, pero
lo bueno, se basa en el entendimiento y por lo tanto en un concepto intelectual.
Exalta el potencial estéticamente sublime de un animi strenui, o animo
enérgico, y establece preceptos sobre las exaltaciones que pueden provocarnos
novelas y obras de teatro, degradando la sensibilería.
El sentimiento estético y
el ánimo del sujeto se relacionan con el proceso gnoseológico, su efecto
cognoscitivo versa en la formación además del desarrollo del conocimiento y
enjuiciamiento sensible. Mediante los materiales de la sensibilidad, se ordenan
las fuerzas de conocer en actividad del ánimo y la vida interna. A este
proceso, Kant lo denominará: deducción de los juicios estéticos puros. Donde la
pretensión de un juicio estético es la de poseer validez universal para todo
sujeto requiriendo una deducción o bien la legitimación de su pretensión, desde
la satisfacción o insatisfacción en la forma del objeto.
…los
juicios del gusto sobre lo bello de la naturaleza. Pues la finalidad tiene
entonces su fundamento en el objeto y en su figura, si bien no manifiesta la
relación del mismo objeto con otros objetos según conceptos (para juicios
cognoscitivos), sino meramente la atañe, en general, tanto a la | capacidad de
conceptos como a la de su exhibición (que es la misma que la de la
aprehensión). (KUK §V 279- B132)
Según Kant, el sujeto
siente placer cuando percibe en su ánimo una actividad cuyo origen y sentido es
propiamente gnoseológico. La reflexión sensible forma y la ordena formalmente
las sensaciones que ha de preceder a la abstracción del entendimiento.
[1]
“Kritik der Urteilskraft” se ha traducido como Crítica del Discernimiento o de
la facultad de juzgar. La tradición comprende el concepto de “Juicio” escrito
con mayúsculas para referirse a la facultad y diferenciarla por medio del
“juicio” como su expresión. En KUK § B XXVI nos expone cómo el discernimiento
es una capacidad legisladora a priori, se alude en diferencia con la aceptación
de la facultad de juzgar o enjuiciar o capacidad judicativa.
Aprecio que según Kant el arte no puedo observarse como un mero goce, y que tiene fundamentos en la racionalidad para su construcción y observación. UN abrazo. Carlos
ResponderEliminarGracias por tomar el tiempo.
EliminarAbrazos, nos seguimos
gracias por pasar
ResponderEliminarYa hace tiempo te seguía. Gracias.
EliminarHola Clarisa! Gracias por pasar por mi blog. ¿Nos visitamos?.
ResponderEliminarSaludos.
Me encanta!
EliminarBom dia Clarissa parabéns pelo seu blog e obrigado por suas palavras no meu.
ResponderEliminarFicarei feliz se você me seguir.
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